¿POR QUÉ SE SUICIDAN TANT@S POETAS?
Oficio de locos y visionarios. Cuando a mitad del paso de la tormenta, a través de la negrura brillante de nubes de sangre y pólvora tus retinas reflejan luz y versos de color, el hombre piensa: ¿Qué dice este iluminado?
Si más allá del límite, la visión se expande sobre la esposa y madre, mutiladas por la mano vengativa y cobarde que un día juró caricias. Y anuncia la aurora en la diáspora misma de la noche, ella dice.
-¡No es amor, es muerte!
Si la voz se alza sobre el silencio temeroso, se oye el rumor de susurros entrecortados que gimen impotentes.
-¡No sabe lo que hace!
Despierta el poeta en el ojo mismo del huracán, mira a su alrededor y no hay nadie a mil años luz de distancia. Está solo, hecho de ausencias en la soledad descarnada.
Gabriel Ferrater: el sol vendió su fuego y tú prometiste colmar el vaso. La “hechicera” acudió cuando la llamaste.
John Berryman: Henri te ve llegar, sonriente, irónico. Te encaramas en la barandilla, saludas, saltas y el Missisipi diluye en sus aguas cóleras y resentimientos.
Alfonsina Storrni: amor, mar y muerte. Toda inmensidad, toda océano.
José Agustín Goytisolo: “Palabras para Julia”. Imitas el vuelo del Águila Real, Ícaro romántico que quieres tener el cielo en tus manos y desafías la ley de la gravedad.
Silvia Plath.
Virginia Wolf.
Pedro Casariego.
Kostas Karyotakis.
María Poliduri
Pierre Drieu de Rochelle.
Jack London.
Que intrincado laberinto guarda el nexo entre el suicidio y los poetas ¿quizás el insalvable abismo que existe entre su mundo interior y el mundo que les rodea?
Pedro Ortuño.
jueves, 4 de junio de 2009
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