DEL AMOR PROHIBIDO De lanza y cuchillo. De abismo y vacío. De yunque y martillo. De ayuno y peligro. De mares en calma. De fuego encendido. De tristes mañanas. Que se han evadido. De lágrimas vivas y leves suspiros. De estepas perdidas. De viñas y olivos. De esperanzas vanas y de arroyos secos. De planicies llanas y escarpados cerros. De abstinencia casta. De whiskys con hielo. De burdel y cama. De rencor y celos. Y de tantas noches de amargos desvelos. Sin ningún reproche. Amándote en sueños. De sábanas frías que hielan el alma si amanece hundida, triste y solitaria. De taco y blasfemia. De música sacra. De oración eterna. De fe renegada. De cuervos que vuelan sin respetar nada y en su pico llevan todas mis entrañas. De burlas procaces que son amenazas, que sombras falaces a menudo lanzan y cuyos mensajes de lleno me alcanzan, y cubren mis tardes de luto, hasta el alba, de un vivir complejo de antifaz o máscara mientras que allá lejos el amor se escapa. Pedro Ortuño |
domingo, 29 de marzo de 2009
DEL AMOR PROHIBIDO
sábado, 7 de marzo de 2009
Saturado
SATURADO
Ya no “pueo” más Sandalio,
no hay quién aguante a esta gente
Sebastián, esto es un palo.
Venír pa`cá que os lo cuente.
Vamus a “jechar” un trago
qui si tranquilice el vientre
qui está “discandalizado”
con lo del “pograma” ese,
qui hay qui joerse Remigio
lo que sis´cucha en la tele.
Pos, qui si icen qui dijo,
pa que tó el mundo sen`tere
qui mengana a fulaníco
poniéndoselos va en serie,
qui más que los de un toríco,
los dun`semental parecen.
Dimpué se ponen a caldo
iciéndose guarrerías.
¡Qui si tú eres tanto y cuanto!
¡La tuya más qui la mía!
Qui si te pillo te mato.
Y “munchas” más perrerías.
Luego cojo el botoncico
y media “guerta” le doy
pa descansar un poquíco,
y va, y mi sale el Rajoy
y “impieza” a darle al piquico.
Qui si al Zapatero voy
a darle un “güén” repasico
pa qui ande caliente hoy.
Y si pega cuatro horas
qui si negro, qui si blanco,
qui na más qui ice “trolas”
qui si nus está “ingañando”.
“Paíce” que li han dao cuerda.
O una “mesma” letanía.
Que tó lo que “güele” a izquierda
lo deja patas arriba.
Y en estas, va la “Isperanza”
y sa`punta al bombardeo
y a vé quién es el qui aguanta
sin agarrarse un cabreo.
Y es qui con estos “pogramas”
nus están tomando el pelo,
di la noche a la mañana.
Estoy “jarto” de choteo.
El Rivera, La Pantoja,
“Jezulín”, Julián “Muñó”.
¡Qui castigo! ¡Qui congoja!
¡La madre que los parió!
PEDRO ORTUÑO
Ya no “pueo” más Sandalio,
no hay quién aguante a esta gente
Sebastián, esto es un palo.
Venír pa`cá que os lo cuente.
Vamus a “jechar” un trago
qui si tranquilice el vientre
qui está “discandalizado”
con lo del “pograma” ese,
qui hay qui joerse Remigio
lo que sis´cucha en la tele.
Pos, qui si icen qui dijo,
pa que tó el mundo sen`tere
qui mengana a fulaníco
poniéndoselos va en serie,
qui más que los de un toríco,
los dun`semental parecen.
Dimpué se ponen a caldo
iciéndose guarrerías.
¡Qui si tú eres tanto y cuanto!
¡La tuya más qui la mía!
Qui si te pillo te mato.
Y “munchas” más perrerías.
Luego cojo el botoncico
y media “guerta” le doy
pa descansar un poquíco,
y va, y mi sale el Rajoy
y “impieza” a darle al piquico.
Qui si al Zapatero voy
a darle un “güén” repasico
pa qui ande caliente hoy.
Y si pega cuatro horas
qui si negro, qui si blanco,
qui na más qui ice “trolas”
qui si nus está “ingañando”.
“Paíce” que li han dao cuerda.
O una “mesma” letanía.
Que tó lo que “güele” a izquierda
lo deja patas arriba.
Y en estas, va la “Isperanza”
y sa`punta al bombardeo
y a vé quién es el qui aguanta
sin agarrarse un cabreo.
Y es qui con estos “pogramas”
nus están tomando el pelo,
di la noche a la mañana.
Estoy “jarto” de choteo.
El Rivera, La Pantoja,
“Jezulín”, Julián “Muñó”.
¡Qui castigo! ¡Qui congoja!
¡La madre que los parió!
PEDRO ORTUÑO
Tebeo mío
TEBEO MÍO
Pendías de un hilo tejido de ensueños, sujeto a él con una pinza de estrellas que emitía destellos de risas e ilusiones.
Me esperabas en los arrabales de un kiosco forjado a base de fantasías de infancia.
De pronto mi brazo infantil se convertía en castigo de malhechores y truhanes, no existían límites, y la imaginación volaba en frenético sprint hacia espacios donde, mancilladas la justicia y el honor, se esperaba al héroe reparador.
Y la historia se encarnaba en mí.
Las hazañas tomaban mi nombre y yo cabalgaba sobre nubes de espuma, con destino a castillos de princesas encantadas.
Hadas y gnomos saludaban mi llegada.
El oxido del tiempo ha inutilizado los goznes de mis puertas, ha desvencijado mis alas y ha Enmohecido una tras otra mis articulaciones.
Desde el realismo más aplastante, contemplo en vuestras, ya borrosas páginas, a un niño con canas, lleno de arrugas y descartado de espadas justicieras y damas a las que amar con apasionado frenesí.
Pedro Ortuño Ibáñez
Pendías de un hilo tejido de ensueños, sujeto a él con una pinza de estrellas que emitía destellos de risas e ilusiones.
Me esperabas en los arrabales de un kiosco forjado a base de fantasías de infancia.
De pronto mi brazo infantil se convertía en castigo de malhechores y truhanes, no existían límites, y la imaginación volaba en frenético sprint hacia espacios donde, mancilladas la justicia y el honor, se esperaba al héroe reparador.
Y la historia se encarnaba en mí.
Las hazañas tomaban mi nombre y yo cabalgaba sobre nubes de espuma, con destino a castillos de princesas encantadas.
Hadas y gnomos saludaban mi llegada.
El oxido del tiempo ha inutilizado los goznes de mis puertas, ha desvencijado mis alas y ha Enmohecido una tras otra mis articulaciones.
Desde el realismo más aplastante, contemplo en vuestras, ya borrosas páginas, a un niño con canas, lleno de arrugas y descartado de espadas justicieras y damas a las que amar con apasionado frenesí.
Pedro Ortuño Ibáñez
El jubilado
EL JUBILADO
Después de habitar los montes
y las simas más profundas.
De ver el claro horizonte
y la más negra penumbra
y sin pensarlo siquiera
convertir, controvertido
largos días de quimeras,
en un absurdo tiovivo.
Recapacito y entiendo
que hay que ver lo positivo,
es por eso que hoy presiento
que nunca estaré aburrido
pues me ha enseñado su cara
la ociosa jubilación
y, tengo las cosas claras,
he de hallar la solución.
Mas, teniéndola tan cerca
no se por qué me atosigo
si cualquier sombra se aleja
con sólo abrir un buen libro.
Y hay una legión de gente
que siempre va a estar conmigo,
ensanchándome la mente,
enseñándome mil sitios,
mostrándome la manera
de aprovechar bien las horas.
Ni de broma ni de veras
caeré en hastíos ni fobias.
Empezaré mis visitas
por Vicente Blasco Ibáñez
y se hablará en nuestra cita
de cañas, de barro y sangre.
Luego con Miguel Delibes
que me explicará ese día
como pena y como vive
el desdichado Azarías.
Miguel Hernández, seguro,
me ha de invitar a su mesa
para contarme, calculo,
lo de “El Rayo que no cesa”.
Después a Italo Calvino
que en bata y en zapatillas
va a relatarme con tino
“La Gran Bonanza en las Antillas”.
Hasta Carlos Ruiz Zafón
he de acercarme en silencio
y respirar la emoción
de su, “La sombra del viento”.
Dando un gran salto en el tiempo
me encontraré con Homero,
y veréis que en un momento
va a presentarme a Odiseo.
Éste a su vez, por si acaso,
con gran precaución y esmero,
va a llevarme, con cuidado
donde vive Polifemo.
Compartiré “La Odisea”
sobre un mar de aguas serenas
y quietas, donde rielan
estrellas y lunas llenas.
Guiará Dante mi descenso
hasta el mismísimo infierno
y, de verdad, será horrendo
sentir el dolor y el miedo.
De regreso a nuestro siglo
me llegaré hasta D. Pío
para que me preste libros
que me hablan del pueblo mío,
porque quiero conocer
con interés y sosiego
la historia y el parecer
de los yeclanos labriegos.
Hechos de luto y de llanto,
de silencios seculares,
de muy duros desencantos,
de agua bendita y altares.
De ese “¿Qué vamos a hacer?”
que se ahogaba en sus gargantas,
de esos “pues vamos a ver”,
llenos de paciencia innata.
José Luís Castillo Puche
me atenderá muy contento
para decirme que luche
contra la lluvia y el viento,
pues por todo hay que luchar
para conseguirlo todo,
para evitarnos andar
luego, “Con la muerte al hombro”.
Me dicen y me comentan
los recientes jubilados
que el aburrimiento aumenta
cuando estás ya sin trabajo.
Pero a mi me han dicho todos
los que de verdad lo saben.
Se aburren por que están solos,
porque no tienen a nadie.
PEDRO ORTUÑO
Después de habitar los montes
y las simas más profundas.
De ver el claro horizonte
y la más negra penumbra
y sin pensarlo siquiera
convertir, controvertido
largos días de quimeras,
en un absurdo tiovivo.
Recapacito y entiendo
que hay que ver lo positivo,
es por eso que hoy presiento
que nunca estaré aburrido
pues me ha enseñado su cara
la ociosa jubilación
y, tengo las cosas claras,
he de hallar la solución.
Mas, teniéndola tan cerca
no se por qué me atosigo
si cualquier sombra se aleja
con sólo abrir un buen libro.
Y hay una legión de gente
que siempre va a estar conmigo,
ensanchándome la mente,
enseñándome mil sitios,
mostrándome la manera
de aprovechar bien las horas.
Ni de broma ni de veras
caeré en hastíos ni fobias.
Empezaré mis visitas
por Vicente Blasco Ibáñez
y se hablará en nuestra cita
de cañas, de barro y sangre.
Luego con Miguel Delibes
que me explicará ese día
como pena y como vive
el desdichado Azarías.
Miguel Hernández, seguro,
me ha de invitar a su mesa
para contarme, calculo,
lo de “El Rayo que no cesa”.
Después a Italo Calvino
que en bata y en zapatillas
va a relatarme con tino
“La Gran Bonanza en las Antillas”.
Hasta Carlos Ruiz Zafón
he de acercarme en silencio
y respirar la emoción
de su, “La sombra del viento”.
Dando un gran salto en el tiempo
me encontraré con Homero,
y veréis que en un momento
va a presentarme a Odiseo.
Éste a su vez, por si acaso,
con gran precaución y esmero,
va a llevarme, con cuidado
donde vive Polifemo.
Compartiré “La Odisea”
sobre un mar de aguas serenas
y quietas, donde rielan
estrellas y lunas llenas.
Guiará Dante mi descenso
hasta el mismísimo infierno
y, de verdad, será horrendo
sentir el dolor y el miedo.
De regreso a nuestro siglo
me llegaré hasta D. Pío
para que me preste libros
que me hablan del pueblo mío,
porque quiero conocer
con interés y sosiego
la historia y el parecer
de los yeclanos labriegos.
Hechos de luto y de llanto,
de silencios seculares,
de muy duros desencantos,
de agua bendita y altares.
De ese “¿Qué vamos a hacer?”
que se ahogaba en sus gargantas,
de esos “pues vamos a ver”,
llenos de paciencia innata.
José Luís Castillo Puche
me atenderá muy contento
para decirme que luche
contra la lluvia y el viento,
pues por todo hay que luchar
para conseguirlo todo,
para evitarnos andar
luego, “Con la muerte al hombro”.
Me dicen y me comentan
los recientes jubilados
que el aburrimiento aumenta
cuando estás ya sin trabajo.
Pero a mi me han dicho todos
los que de verdad lo saben.
Se aburren por que están solos,
porque no tienen a nadie.
PEDRO ORTUÑO
HOY QUIERO ESCRIBIR…
Hoy quiero escribir mi gran poema. Justo, ese que llevo buscando durante tanto tiempo.
El que altere la sensibilidad de quienes lo lean.
El más sublime.
El más profundo.
De manera, que hoy voy a poner la funda al teclado, a cerrar la libreta, a guardar el bolígrafo.
Voy a abdicar de mi cómoda condición de pequeño burgués, a ponerme las vestiduras de los desnudos, a perderme entre los desheredados y hambrientos y a exilarme con los exilados.
Dejaré de mirar mi propio ombligo y compartiré con ella trabajos y obligaciones. Las tareas del hogar será cosa de ambos por igual.
No sólo querré ser escuchado, sino que aprenderé a escuchar. Y respetaré, a más de ser respetado.
Renunciaré a la estúpida vanidad de ser la cima y me insertaré en la base de las sonrisas francas, sinceras.
Olvidado de oscuros deseos, aventaré miradas blancas.
Dejaré de usar el codo, para extender la mano abierta.
Hay materia para la excelente poesía.
Mas ¿tendré la suficiente decisión, talento y valor para plasmarla?
Pedro Ortuño Ibáñez.
Hoy quiero escribir mi gran poema. Justo, ese que llevo buscando durante tanto tiempo.
El que altere la sensibilidad de quienes lo lean.
El más sublime.
El más profundo.
De manera, que hoy voy a poner la funda al teclado, a cerrar la libreta, a guardar el bolígrafo.
Voy a abdicar de mi cómoda condición de pequeño burgués, a ponerme las vestiduras de los desnudos, a perderme entre los desheredados y hambrientos y a exilarme con los exilados.
Dejaré de mirar mi propio ombligo y compartiré con ella trabajos y obligaciones. Las tareas del hogar será cosa de ambos por igual.
No sólo querré ser escuchado, sino que aprenderé a escuchar. Y respetaré, a más de ser respetado.
Renunciaré a la estúpida vanidad de ser la cima y me insertaré en la base de las sonrisas francas, sinceras.
Olvidado de oscuros deseos, aventaré miradas blancas.
Dejaré de usar el codo, para extender la mano abierta.
Hay materia para la excelente poesía.
Mas ¿tendré la suficiente decisión, talento y valor para plasmarla?
Pedro Ortuño Ibáñez.
Abúlico
Ansí, medio ripantigao
y viendo volar las moscas,
con el cigarro apagao,
más aburrío qu`una ostra.
Allí en el sofá, tirao
y sin ganas, (qui esa es otra),
ni de cambiarme de lao,
voy istirando las horas.
La Tomasa va y me ice
que soy más vago cu`n guardia
pos no me muevo un “apíce”
ni an`que me lo mande el Papa,
qes`ta jasta las narices
de que no menee las patas
y que na más ca`terrice
ende el sillón a la cama.
Pero ¿es qui no ves neníca
que tu marío no es vago?
Qui lo qui pasa, boníca
es qui siempre estoy pensando,
pa podel jacerte rica
in menos qui canta un gallo.
Pos no es esa, cosa chica
ni cuesta poco “trebajo”.
Llevo ya unos cuantos días
cavilando “ensemismáo”
(Porque esta crisis jodía
me tié medio encabronao)
qui rimedio encontraría.
(Porqui esto es mu delicao)
pa ganarme bien la vía
sin terminar “eslomao”.
Y pué ser qui haya acertao
en el mesmésimo blanco,
pos too está solucionao
si hago un atraco en el banco.
Que`l refrán tiene razón
y es justo y mu verdadero.
Tié cien años de perdón
to aquel que roba a un ratero.
Pero me ice mi esposa
Que ¿pa qué arriesgarse en vano?
qui li eche morro a la cosa
y ma punte al “Gran Hermano”.
y viendo volar las moscas,
con el cigarro apagao,
más aburrío qu`una ostra.
Allí en el sofá, tirao
y sin ganas, (qui esa es otra),
ni de cambiarme de lao,
voy istirando las horas.
La Tomasa va y me ice
que soy más vago cu`n guardia
pos no me muevo un “apíce”
ni an`que me lo mande el Papa,
qes`ta jasta las narices
de que no menee las patas
y que na más ca`terrice
ende el sillón a la cama.
Pero ¿es qui no ves neníca
que tu marío no es vago?
Qui lo qui pasa, boníca
es qui siempre estoy pensando,
pa podel jacerte rica
in menos qui canta un gallo.
Pos no es esa, cosa chica
ni cuesta poco “trebajo”.
Llevo ya unos cuantos días
cavilando “ensemismáo”
(Porque esta crisis jodía
me tié medio encabronao)
qui rimedio encontraría.
(Porqui esto es mu delicao)
pa ganarme bien la vía
sin terminar “eslomao”.
Y pué ser qui haya acertao
en el mesmésimo blanco,
pos too está solucionao
si hago un atraco en el banco.
Que`l refrán tiene razón
y es justo y mu verdadero.
Tié cien años de perdón
to aquel que roba a un ratero.
Pero me ice mi esposa
Que ¿pa qué arriesgarse en vano?
qui li eche morro a la cosa
y ma punte al “Gran Hermano”.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)